El costo de la moda rápida y sus consecuencias

Desde blusas ombligueras hasta vaqueros para mamá y pantalones de cuero, las tendencias de moda entran en los closets de todo el mundo más rápido que nunca gracias a los medios sociales, a los miles de influencers y a la enorme oportunidad de negocios que representa para las marcas. En lo que respecta a los consumidores, estar a la moda nunca fue más fácil. Tiendas virtuales de bajos precios permiten a los seguidores de la moda renovar sus guardarropas rápidamente y por un costo bastante bajo.

Sin embargo, esto conlleva un costo medioambiental importante. Al tiempo que la moda sustentable y ética gana terreno, la industria de la moda sigue siendo una de las más dañinas. He aquí el porqué:

1. Se confeccionan más de 100 mil millones de prendas de vestir nuevas por año

Antes de meter las prendas en la máquina de limpieza en seco, se tratan con sustancias limpiadoras especiales las manchas de comida o sudor. Por ejemplo, la sangre o el café se eliminan fácilmente con agua y jabón si el tejido lo permite, pero si se introducen directamente en la máquina, quedarán fijadas por el proceso de limpieza en seco y no desaparecerán.

Finalmente, las prendas se cargan en la máquina, donde se les aplica un líquido disolvente, generalmente percloro, en ito’s utilizamos un limpiador ecológico que al momento de tirarlo lo contamina, éste se filtra y destila para asegurar su pureza. Este líquido químico remueve la tierra, el polvo y los olores, así como todo tipo de suciedad.

2. El algodón es el cultivo que requiere más agua

En lo referente a la materia prima que usa la industria textil, las dos categorías principales son la natural y la sintética. La mayor parte de las prendas son hechas de algodón, que aunque se comprende que los usuarios puedan pensar que es un material respetuoso del medio ambiente, definitivamente no lo es.

Se necesitan entre 7.000 y 29.000 litros de agua para producir un kilo de algodón. Esto implica un alto precio para el medio ambiente y para las comunidades que viven cerca de las instalaciones que producen algodón.

3. Miles de millones de microplásticos terminan en el océano

El poliéster, el acrílico, el nylon y otras fibras sintéticas: los consumidores las adoran en la ropa de gimnasia, trajes de baño e incluso prendas básicas como las camisetas. Estas telas se hacen con petróleo y se cree que representan hasta el 60% de la ropa que usamos.

En términos generales, los microplásticos de la moda podrían ser aún más dañinos que los plásticos de la comida o de la industria del embalaje.

4. La moda tiene una enorme huella de carbono

Debido a razones económicas, la mayor parte de la cadena de suministro de moda, desde los cultivos y producción de fibras sintéticas a la costura, teñido y venta de prendas, se hace en diferentes partes del mundo. La ropa, especialmente la que venden los negocios de moda rápida, viaja miles de kilómetros por avión o barco para llegar a su destino.

Esto, combinado con la gran cantidad de energía que usa tanto la cadena de suministro como la fase de consumo, se traduce en una importante huella de carbono.

5. La industria crea una enorme cantidad de desechos

Producimos miles de millones de prendas nuevas por año, pero ¿a dónde van? La mayoría terminan en los vertederos. Se estima que se utiliza un camión de basura lleno de textiles por segundo.

La moda rápida alienta a los clientes a seguir comprando las últimas tendencias. La cantidad de ropa que no se ha usado en el armario del seguidor promedio de la moda aumenta constantemente.

6. Hay abusos generalizados de derechos humanos

En los últimos años, las condiciones laborales inseguras en las fábricas de ropa de todo el mundo han causado una enorme indignación. Los trabajadores a menudo son víctimas de serios abusos laborales, desde el acoso sexual y verbal hasta los sueldos bajos y la falta de protección sindical. Estos trabajadores desempeñan sus tareas con miedo e inseguridad.

Aunque la moda sustentable, la ropa de segunda mano y otras alternativas se están volviendo cada vez más comunes, la responsabilidad no debe ser únicamente de los consumidores. Los negocios deben asumir la responsabilidad de sus acciones y los gobiernos deben establecer reglamentaciones que responsabilicen a la industria por los daños que causa.

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